Dónde fueres haz lo que vieres

Hay muchas maneras de hacer turismo, todas igual de respetables mientras estén dentro de la legalidad. Si un inglés disfruta paseando por Las Ramblas con un gorro mexicano no seré yo quien se lo impida (más que nada porque probablemente llevará 5 ó 6 cervezas) o si alguien se autorealiza yendo al McDonald’s de cada ciudad visitada, más comodo para él, no tiene que elegir restaurante. Pero yo personalmente cuando viajo intento integrarme más en los hábitos locales, supongo que por ello sigo esperando con ansia la invitación de Hugh a su mansión. Mientras tanto, en mis viajes voy practicando esta «simbiosis» con todo aquello que me rodea.

Por suerte el sabor era mejor que la pinta.

Así que en estas semanas hemos interiorizado la gastronomía estona más autentica, a base de pescado semi crudo comprado en puestos de carretera, bañando todo con cerveza y ocasionalmente con chupitos que tumbarían a más de uno. En el tema cultural nos hemos centrado en la música, visitando varios festivales y con actuación destacada en Viljandi y Ventsplis, siendo en el primero las presas más cotizadas del tipico baile tradicional Chicos Vs Chicas y convirtiéndonos en el segundo en los groupies más exóticos de la artista local de nombre irrecordable.

Este chupito al revés, el color es precioso pero beberlo ya es otro tema.

A la hora de salir de noche la verdad es que hemos estado en todos lados,  pero cumplido ya dos básicos de todo viajero. En Estonia, estar presentes en una fiesta en una casa, que no fue la más salvaje a la que he asistido pero sí que tuvo sus momentos célebres al recordarnos alguna escena a la mítica Fiesta de Telecos. Y en Riga, acabar de casualidad en el Coyote Fly, posiblemente la discoteca con mayor porcentaje de diosas humanas visto por el que escribe, las cuales desgraciadamente, no estaban tan pendientes como se esperaba de tres españolitos en territorio enemigo.

Intentando llamar la atención de las bailaoras estonas.

Por supuesto no pretendo juzgar a nadie, un viejo amigo asi me lo aconsejó una vez, pero dado que McDonald’s hay en todos lados y el sombrero mexicano ya lo tengo (sin haber estado en Mexico, todos tenemos un pasado) ahora prefiero saciar mi curiosidad con cosas menos globalizadas allá por donde voy. Que para escapadas a Benidorm con el Imserso ya habrá tiempo más adelante…

Si dejáis de mirar a la cantante quizás nos véis a nosotros.

 

Tentando a la suerte

Disfruto como Nerón hacía viendo arder pueblos ajenos cuando estoy en un lugar perdido de la mano de dios, en un emplazamiento privilegiado paisajísticamente hablando y a ser posible donde los españoles que han aparecido por ahí se puedan contar con los dedos de los pies.

Panorámica de nuestra casita.

Este fin de semana hemos estado en uno de estos sitios. Solo llegar y verlo le iba a decir a Alex que me gustaria vivir ahi una temporada de mi vida, y cuando antes de abrir la boca él me dijo «lo sé Casas, lo sé» no supe si besarle o decirle que el cariz que estaba tomando nuestra relación había llegado demasiado lejos.

Entrando en el Mar Báltico.

Eso queda entre nosotros, pero si que quería compartir con nuestros apreciados lectores ese fin de semana. Una casa de madera desde donde solo se veían árboles y verde por todos lados. El mar báltico para nosotros solos a doscientos metros. Una sauna con laguito incluido a ciento cincuenta. Barbacoa. ¿Suena bien, no?

Hubo tiempo hasta para iniciarnos en la arqueología.

El único problema rápido de ver es saber qué haces en este lugar cuando has acabado de excitarte con sus vistas, con el bar más cercano a 20 km y el partido de fútbol del domingo el equivalente a un FC Amposta-RCD Canet de Mar. Nosotros, como nos lo pasamos generalmente bien en cualquier circunstancia, lo solucionamos con la versión Juegos Olímpicos en Salevere, con el lanzamiento de palo o el tiro con piedra, dónde desgraciadamente me tuve que conformar con el bronce en una competición de tres personas. Eso sí, estuvimos dos días, a partir del quinto no sé si se nos ocurrirían más deportes.

Ulises en pleno lanzamiento ante la atenta mirada del juez de línea.

Y lo que ahora algunos se preguntarán es, ¿cómo habéis aterrizado aquí? Un observador externo diría que por un cúmulo de casualidades, por haber preguntado una direción en Elva a una chica resacosa, no solo no haber huído de sus amigos expresidiarios sino haber bebido una cerveza con ellos, haberla invitado a una fiesta que organizamos en Tartu, que trajera a su amiga arqueóloga, haber ido con ellas al lago Peipsi un fin de semana y finalmente haber acabado aquí. ¿Casualidad? ¿Causalidad? Yo más bien creo que en el buen sentido, siempre que se presenta la oportunidad, tentamos a la suerte.

 

Aprovecho para informar que nuestra estancia en Tartu acabo hace unos días, y ahora ya hemos realmente «vuelto a la carretera», viajando hacia el sur en busca de nuevas aventuras. Ahora mismo estamos en el Cinammon Sally Hostel de Riga por si nos queréis mandar una postal. Aquí están todas las fotitos antes de que partiéramos: Fotos Tartu

 

Puntos de equilibrio

Desde que era un pre adolescente y miraba una y otra vez los videos de Guns N’ Roses, quería tener mi cuerpo marcado de por vida como mis, en esa época, ídolos Axl y Slash.  El principal problema siempre fue que no sabía qué dibujarme, porque aunque realmente era fan de esa gente, lo de las calaveras y las tías hacían peligrar mi herencia, y no está el horno para bollos.

Preparado en la sala de operaciones.

Pero hace un tiempo vi la luz, no en plan revelación mística, pero sí en plan ya sé lo que quiero. Por un lado, mi vida y mi manera de vivirla, quizás ligeramente desviada de los estándares más clásicos (a ver, tampoco mucho, pero la frase quedaba bien) necesita de cierto equilibrio de vez en cuando para no acabar en extremos más graves. Por otro lado, ante los problemas que he tenido (como todos), siempre me ha gustado aplicarles la filosofía de a toda cosa mala se le puede sacar algo positivo. Con estas dos premisas, el símbolo que más me encajaba para acompañarme a partir de ahora era el del ying yang.

La obra siendo creada.

Ante el intento fallido en mi último día en Buenos Aires  porque la tienda cerraba los lunes, me apetecía hacerlo durante otro viaje, y Estonia cumplía esa premisa y otra importante, cuestan la mitad que en la ciudad condal. Así que confié mi piel a un chaval que no podía tener mucha experiencia pero que parecía motivado,y tras superar los nervios y las dudas del último momento, me tumbé en la camilla sintiéndome un turista en la Sagrada Familia gracias al completo reportaje fotográfico de Álex.

Básica la foto con tu desvirgador tatuajístico.

En la misma sala había dos animales 4×4 tatuándose toda la espalda y el pecho respectivamente, sin ni siquiera pestañear. Ante este panorama, gritar por mi mísera bolita hubiese sido bastante lamentable, así que aguanté el dolor más o menos como pude e intenté reirme con las tácticas disuasorias de tattoo man para que no pensara mucho en la aguja.

A ver si Converse me financia el dibujito…

Y ahora ya está, un sueño de pre adolescencia cumplido a los 31 años (suerte que en las discotecas soy más decidido). Sólo queda esperar veinte más, cuando una hipotética hija me pida permiso para tatuarse. Y yo le diga la mítica frase de «cariño, yo lo hice hace mucho tiempo, y ahora me arrepiento.» Esperemos que no…

 

Un día cualquiera

Soy bastante antifan de los blogs estilo redacción de colegio en primaria: «hoy me he levantado, y luego he desayunado un bocadillo y después he jugado con mi hermano a canicas y después…». Pero el hecho de estar un mes estáticos en un mismo lugar, creo que merece hacer un post sobre como es nuestro día a día aquí, a riesgo de perder a los lectores más underground pero calmando las ansias por saberlo todo de los más curiosos.

Hoy toca hablar de lo que se cuece en Herne y alrededores.

Bien, en Tartu la oficina de houser & houser abre a las 10 de la mañana como siempre suele hacer, pero teniendo en cuenta que en España es una hora menos por lo que a ojos de los clientes parece que madruguemos más. La mañana transcurre dando color, ventascreatividad a las redes sociales, y vigilando nuestros artículos más importantes de Wikipedia. A pesar de que en julio y desde Estonia la labor comercial es difícil, nuestro amigo Skype algo nos permite hacer.

La oficina en Tartu de houser & houser a pleno rendimiento.

El estómago empieza a rugir sobre las dos y pico, así que es momento de dirigirse a nuestro idolatrado Konsum, que vendría a ser el Mercadona de Tartu pero con comida preparada buena, caliente y tirada de precio y cajeras más interesantes. Gracias a dicha comida nuestra alimentación está resultando ser mucho mejor de lo esperado, y en principio no bajaré de los 60 kg durante este viaje.

La comida estilo colegio pero bastante más buena.

Aunque hace tiempo que perdimos la fe en lo de bendecir la mesa, todavía tenemos educación, así que tras nuestro imprescindible «ben dinat» empieza el tiempo de Tour y siesta, Álex más  atento a lo primero y yo dedicando más esfuerzo a lo segundo. Tras ello ajustamos los últimos flecos del business de la tarde y tenemos tiempo libre hasta las nueve, más o menos dependiendo de cuántos flecos haya pendientes. Con nuestra reciente adquisición de bicicletas, ahora aprovechamos este tiempo para conocer los alrededores de Tartu y creernos Jaan Kirsipuu y Rein Taaramae por unos momentos.

Descubriendo la zona. La cesta es un poco gayer pero muy útil.

Tras la hora de las ya comentadas duchas culinarias, nos vamos a cenar al centro. Si en el Konsum comemos por 2 euros y poco cada uno, por la noche no solemos pasar de 4 en los restaurantes / bares a los que vamos. Obviamente no son los mejores de Tartu, pero somos chicos fáciles, también para la comida, así que ningún problema. Hemos estado en unos cuantos ya, a mi de hecho el único que me haría gracia ir más es uno de Sushi, pero por falta de presupuesto estamos esperando la visita de Uli la semana que viene a ver si se estira un poco.

Con unos perros viejos españoles en la calle de los bares.

Y por último el día suele acabar con alguna cerveza en Rüütli street, más o menos dependiendo de si alguien nos hace caso o no. Lo habitual es que a los tíos les haga gracia hablar con nosotros un poco de Iniesta o similar, que si encontramos algún español en seguida procedamos a la exaltación de la amistad gratuita y que las tías pasen de nosotros completamente. Esto es lo normal, para las excepciones ya haremos un post otro día, que ahora empieza la hora de la duchas.

e-Stonia

Aunque no me lo crea ni yo, somos Ingenieros de Telecomunicación, así que de vez en cuando toca escribir un post un poco más freak de lo normal. Hoy escribiré sobre lo avanzados que son esta gente tecnológicamente hablando, pese a no ser precisamente el país más rico de Europa. Concretamente quería profundizar un poco en tema Interneto, ese súper monstruo que nos envuelve a todos cada vez más.

Máquinas de escribir sí… pero con wifi

Los estonos están muy orgullosos de haber inventado el Skype. No estamos hablando de Google, pero obviamente es una aplicación de las más importantes en este mundo virtual. Gracias a ella nosotros desde aquí hablamos con nuestros clientes y tranquilizamos a nuestras madres bastante a menudo. Y si uno se pone a pensar que ha hecho España en Internet, a parte de páginas indecentes que eliminaron la adolescencia clásica, todavía otorga más mérito a este país, que con cuarenta veces menos habitantes son más punteros que nosotros en el sector de moda.

Una autóctona conectada en medio del campo.

Pero el Skype no es el invento que más me ha impresionado, que a fin de cuentas me da completamente igual si lo inventó un estonio o un koreano. Lo realmente útil por estas tierras es que hay wifi gratuito en la mayoría de lugares. En bares, plazas… pero supongo que si digo que hay en el autobús queda claro que «no hase falta desir nada más«. Este hecho es particularmente útil a houser & houser, pues aunque descansemos en el bar podemos estar pendientes de si nuestros clientes están alterados o de si mi sobrinito ha crecido medio centímetro más.

Gonzalo retwitteando sobre Urdangarín en el autobús a Tallin.

Pero lo realmente curioso del caso, es que pese a tener miles de mega bytes sobrevolando toda la ciudad, aquí nadie utiliza Smartphone ni similar. Esto hace que el triste espectáculo que contemplamos en los bares españoles, con cuatro amigos enviándose mensajitos y sin apenas hablar entre ellos, aquí no se lleva a cabo. Bueno me retracto, aquí no se hablan ni con Smartphones ni sin, a no ser que se hayan bebido todas las reservas de cerveza de los países bálticos. No estamos tan mal.

El que haya leído hasta aquí se ha ganado la tortura de ver las fotos del viaje hechas hasta ahora, incluyendo la excursión por Elva y el fin de semana en Tallin: Fotos Tartu.