Aunque este título parezca el lugar de residencia de un dibujo animado, en realidad es nuestra dirección en la ciudad de Tartu. Obviamente la traducción del estonio, que en su versión original es Calle Herne y barrio de Supilinn. Estoy convencido que esta es la razón por la que nunca llegamos acompañados a casa, corregidme las lectoras si me equivoco, pero no queda fiable decir a alguien «¿Quieres venirte conmigo? , vivo en la calle Guisante.»

Bromas etimológicas a parte, quería hablar hoy sobre nuestro nuevo barrio. Es un barrio residencial situado a 5 minutos caminando del centro de la ciudad, pero que parece estar en una dimensión espacio temporal diferente a la del resto de Tartu. Según nos hemos informado entre sus gentes, apenas ha cambiado desde los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Por lo que aunque a primera vista uno se sienta un tanto desubicado, en seguida se da cuenta que sea probablemente uno de los lugares con más encanto de Tartu.

Mi reciente y a veces preocupante obsesión por el color, hace que aquí mire todas las casas con la misma atención que los japoneses miran a La Pedrera. Y eso que los arquitectos de Supilinn no debieron precisamente conseguir el título en la misma escuela que Gaudí, porque aquí la casa que está paralela al suelo es una excepción, es decir, que las tablas de madera (son casas de madera, no de ladrillo) una mira para Cuenca y la de encima para Moscú.

Pero dejando de lado la inclinación de las casas, como decía su gran atractivo es el color. Las hay marrones, azules, amarillas, verdes… acostumbrado a los tonos grisáceos de Barcelona aquí te llenas de optimismo simplemente paseando por las calles… siempre que no te cruces con un padre borracho de la mano de su hijo pequeño a las 5 de la tarde… pero para tranquilidad de familiares y allegados que quede claro que este lugar es un remanso de paz.

Sus no más de diez calles, muchas de ellas sin asfaltar, quedan recogidas entre el río, el centro de la ciudad, la fábrica de cerveza A. Le Coq y un circuito de bicicross bastante cañero. Y en el medio de todo ello, en la calle Guisante esquina Patata, vivimos nosotros ahora esta nueva experiencia. Estáis todos invitados a venirnos a visitar.











