Si hubiera que clasificar este blog en un género literario seguramente sería el Realismo Épico, sin embargo la historia de hoy raya en lo paranormal, más propio del género fantástico.
Y no porque nuestra protagonista de hoy sea fantástica, que también, sino por las oscuras coincidencias que envuelven su caso. Muchas veces os hemos hablado de ella, incluso le hemos dedicado odas bíblicas, como no podía ser de otra manera, hablamos de Miriam, la rubia suiza.
Primera fase: Itacaré, Bahía, Brasil.
Repasemos un poco de historia: la conocimos hace más de dos meses en Itacaré, cerca de Salvador de Bahía. A los días nos volvimos a ver en Ipanema, en Río de Janeiro. Una semana después, paseábamos por Ilha Grande y vimos a Miriam comiéndose unos caros espaguetis. De ahí fuimos juntos a Paraty, no demasiado lejos para las distancias brasileñas. Varias semanas más tarde, una playa de Floripa fue escenario de otro reencuentro.
Segunda fase: Río de Janeiro, Brasil.
Allí nos despedimos definitivamente, ya que ella ponía rumbo a Bolivia y nosotros a la Argentina… nos volvemos a ver en Europa, dijimos. Pero la Épica nos tenía otra sorpresa preparada.
Tercera fase: Ilha Grande, Brasil.Cuarta fase: Paraty, Brasil.
Me encontraba tranquilamente jugando mi partida de ping pong diaria en el hostel y aparece la rubia suiza, en lo que fue nuestro -hasta la fecha- quinto reencuentro, esta vez en Buenos Aires.
Mapa de encuentros: más de 5000 kilómetros separan Itacaré de Buenos Aires.
Realmente estoy impresionado con este suceso, de difícil explicación científica. Quizás sea la tecnología suiza que es muy avanzada, quizás sea que Miriam, como nosotros, solamente camina por los senderos de la epicidad o quizás sea simplemente lo que algunos desinformados llaman suerte. Pero cualquier hombre Épico sabe que la suerte no existe, sino que se trabaja duro para encontrarla.
Sudamérica, tan grande y tan pequeña a la vez… Increíble pero cierto. Nos vemos en cualquier otra parte, en el encuentro en la sexta fase.
Todo apuntaba a una tranquila noche de sábado. Había quedado con Carla, con Mariana y con algunos amigos suyos para comernos un auténtico asado argentino y para ir a pasear nuestros cuerpos por la noche porteña. Pero Buenos Aires, la ciudad del todo puede pasar, nos deparaba una sorpresa.
Un motorista (un pizzero o delivery man como le llaman aquí) sin casco se saltó un semáforo y se dio de pleno con el coche de Mariana. El paragolpes salió muy mal parado, pero indudablemente la peor parte se la llevó el tobillo del repartidor.
Paragolpes del Clio tras el impacto.
Ante la situación, las chicas decidieron llamarme en vistas de que aquello iba para largo. Rápido como el rayo, aparecí en la escena del atropello, donde ya se había personado la policía y en pocos minutos llegó la ambulancia.
Vistazo rápido a la situación y ¡oh sorpresa! los policías estaban deteniendo a Marina… ¡Está usted detenida! Todo esto se desarrollaba en un ambiente de buena onda y camaradería con los agentes. Digamos que no había rastro del poli malo. Ellos afirmaban que solamente cumplían con el protocolo y nuestras curiosas mentes solamente se cuestionaban si el procedimiento era el más indicado.
Poli-Bueno incluso posó así de sonriente con Carla y Mariana.
Rellenaron y firmaron centenares de papeles y todavía no se muy bien porqué me hicieron firmar numerosos documentos como testigo. Ante mi estupor, no solamente Mariana estaba detenida, sino que también su coche quedaba secuestrado en la comisaría, con el agravante de que había que llevarlo hasta dependencias policiales, pero Mariana no podía conducir, ya que estaba oficialmente detenida.
En fin, que me tocó conducir el coche hasta la comisaría siguiendo al coche policial donde, con cara apenada, Mariana estaba a punto de dar con sus huesos en prisión.
La comisaría, la décima de la ciudad de Buenos Aires, cumplía con todo el imaginario que uno pueda tener sobre un centro policial de la Argentina. Policías obesos en torno a una mesa degustando mate, el techo descascarillado, ordenadores fabricados antes de que se inventara el control z, que funcionaban incluso con las reliquias esas que antes llamábamos disketes, una virgen presidiendo la estancia, una vieja máquina de café aguado, incluso el típico perro gordo que se paseaba a sus anchas por toda la comisaría sin que nadie le hiciera mucho caso. La luz estaba baja y de vez en cuando los florescentes parpadeaban. La banda sonora de esta película de polis y cacos la ponía una joven agente de policía aporreando las maltrechas teclas de un viejo teclado.
Las hermanas Guerra, la virgen con sus florecillas y los caretos de varios polis retirados.
Y para redondear la escena -cabe recordar que no habíamos cenado- fuimos a buscar unas empanadas y tras arduas negociaciones con la cúpula policial, se las llevaron a nuestra amiga detenida. Obviamente, la relación entre comisarías y comidas grasientas no es patrimonio exclusivo del estado español. Todo muy, demasiado costumbrista como para ser real.
Perro policía de guardia enfrente de la comisaría.
Pero era real… Mariana estaba detenida por haber atropellado a un motorista que se había saltado un semáforo y nosotros nos encontrábamos esperando a que el nonagésimo informe estuviera listo para podernos marchar. Y ya se sabe, que las cosas de palacio, van despacio. Pero también se sabe que un pequeño empujoncito ayuda al movimiento. Así que, tras una oportuna llamada a la prima del hermano de alguien que seguramente sería un policía reputado, soltaron a nuestra Mariana y nos pudimos ir a Palermo de fiesta un rato.
En definitiva, cinco horas perdidas, el coche secuestrado una semana… y todo esto solamente por no hacer nada. Así que no quieras hacer algo grave en este país. Para protocolos policiales burocratizados al máximo, visite la Argentina!
¡Libertad para Mariana!
El verano pasado, en 25 días de viaje por la Europa del Este, me tocó visitar seis comisarías. Ahora ya iba tocando… levaba tres meses sin pisar ninguna. Un famoso viajero dijo que no conoces un país hasta que conoces sus entresijos policiales. Quizás tenía razón.
Hace ya más de una semana que celebramos la Fiesta de la Épica – Edición Argentina. Los sectores de presión de este blog -con razón- nos reclaman por activa y por pasiva el resumen detallado de la jornada. Ahí va.
La cita era a las 19 horas pero nuestros invitados, como buenos Porteños, se hicieron esperar. Sufrimos un poco, llegamos incluso a tener dudas de si nuestra fiesta acabaría convertida en una reunión entre tres gallegos (Chago, Casas y yo) perdidos en Buenos Aires.
Sin embargo y como arte de magia, fue llegar la primera persona y los amigos de la Épica empezaron a congregarse. La jornada comenzó tranquila, cervezas, charlas y presentaciones…
Más reencuentros: ahora con Nacho-Imanol.
La concurrencia llegó a la cantidad nada desdeñable de 25 personas, entre gente que habíamos encontrado en Brasil, los Porteños recién conocidos y los amigos en general de todos ellos. Teníamos todos los alicientes para que, una vez más, la Fiesta de la Épica saliera a pedir de boca: un lugar y la mejor compañía.
Las lonchas de jamón recién llegadas de España ayudaron a apretar los lazos hispano-argentinos y fue consumido afanosamente por los asistentes, pues no duró ni tres minutos. Obviamente, los añorados estómagos de los españoles fueron los que más cuenta dieron del preciado manjar.
Solange, a punto de dar inicio a la batalla.El campo de batalla tras la contienda.
A partir de ahí, Carolina Wajnerman se hizo con el comando de operaciones. Armada con su guitarra, amenizó la fiesta durante horas haciendo bailar frenéticamente al respetable. Carolina sublime a la voz y a la guitarra fue muy bien secundada por su hermano, que nos deleitó con lo mejor del reagge-ska del panorama bonaerense. Mariana Puig, con su excelente voz, hizo puntuales apariciones que elevaron el nivel musical de la Fiesta de la Épica hasta cotas insospechadas.
Inicio del recital.Los hermanos Wajnerman tomaron el mando.
Con semejante elenco artístico, se alcanzaron los grandes momentos de éxtasis de la fiesta. Toda la concurrencia dejandose llevar por los ritmos que nuestros artistas les proponían, haciendo que el nombre de la fiesta no fuera en valde, ya que sin duda fue una fiesta Épica.
El momento de mayor emoción, almenos para este humilde picateclas, fue cuando Carolina se improvisó, usando «Rambla Paquí, Rambla Pallá, esta es la Rumba de Barcelona» (de ahí el título del post, que se tiene que explicar todo, coñe!) de Manu Chao como base, la historia de nuestro encuentro en Brasil y el desenlace en Buenos Aires. Sinceramente es algo inexplicable con carácteres alfanuméricos, así que me quedo con ese inolvidable recuerdo como souvenir de lo que fue para nosotros la culminación de la primera parte del viaje.
A altas horas, la gente empezó a abandonar escalonadamente el local y se fueron quedando los mejores. Los últimos supervivientes: Casasnovas, Mariana Puig, Carla Guerra y yo fuimos a comernos un increíble bikini (o mixto o tostado o como sea que ustedes le llamen) poniendo el broche de oro a una jornada soñada.
En Argentina esto es UN bikini. Ojo, que he dicho UN bikini, no dos. Así se hacen las cosas.
Fue y será inolvidable para nosotros lo que durante esas horas ocurrió. Era la puesta en escena de nuestro éxito en Brasil y la mejor bienvenida a las etapas que iniciábamos a partir de ese momento: Casas en Barcelona y un servidor en Argentina.
Solamente nos queda dar las gracias a todos los que con su presencia conviertieron una vez más la Fiesta de la Épica en un evento inigualable.
Foto de familia.
Pronto, en cualquier lugar, sin necesidad de celebrar nada, se realizará otra Fiesta de la Épica. Seréis puntualmente informados desde esta publicación.
Señores, fue un placer conocerles. Pero más grande será aún el placer de seguir conociéndoles. Nos volveremos a ver, en Buenos Aires, en Barcelona o en cualquier lugar donde la concentración de Épica sea elevada.
Hace tres meses que ando por la vida sin teléfono móvil o celular como lo llaman por estos lares. Y si os digo la verdad no lo he echado para nada de menos. No soy de los que dicen que llevar un móvil encima es una esclavitud, pero librarte del aparatejo siempre evoca sentimientos de libertad.
Ahora, como sabeis, ando «solo» y más a verlas venir que antes, así que en una reunión conmigo mismo he decido que necesitaba tener un móvil argentino y después de algunas gestiones ya estoy comunicado con el mundo.
Le daremos unos días de margen para ver si es una herramienta útil o una carga. Hasta ese momento todo aquél que le venga en gana puede llamarme a este número:
Todo aquél que quiera, excepto desde cualquier teléfono público de la Argentina, porque, otra de las absurdeces irresueltas de la telecomunicación hace que el que recibe una llamada efectuada desde una cabina la paga. Es decir, si tienes enemigos en la Argentina, no los maldigas, llámales!
Las cabinas de teléfonos también sirven como almacenes de publicidad de señoritas que fuman y te llaman de tú.
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Por otro lado, hemos colgado fotos y videos nuevos en los lugares habituales.
Estoy viviendo un sueño. No cabe duda. Pero como en cualquier historia bonita, todo tiene un pero, algo que no la hace perfecta. Y hoy os voy a hablar de eso.
Hoy es el primer día de todo el viaje, y son casi tres meses, que daría lo que fuera por estar en Barcelona. Como muchos sabeis y todos deberiais saber, hoy se celebra la mayor fiesta universitaria del mundo: nuestra Telecogresca. Sabeis lo que la Telecogresca, «la familia» como muchas veces nos referimos a ella, significa para mí. Así que me duele profundamente no estar en el Sot del Migdia al pie del cañón. Me duele no estar al volante del camión más grande. Me duele no descargar la mierda que sobra de las barras. Me duele no comerme el plato combinado de rigor al acabar. Pero, lamentándolo mucho, este año no podrá ser.
Suspiros de Gresca.
No sufro, porque sé que lo harán muy bien y que todo saldrá bien, independientemente de los resultados económicos. El espíritu, tantas veces reinventado desde 1978 está intacto y el barco tiene a la mejor tripulación, así que nada puede fallar.
Pero a veces hay que pagar peajes en la vida, y a mi me toca hoy uno de los caros. Os aseguro que no me quedarán uñas que comerme y que si supiera rezar algo, lo haría porque todo les saliera perfecto a mis chavales: sin incidentes, sin lluvia, sin problemas y si puede ser, con las entradas agotadas.
A los que la Telecogresca os es ajena solamente os pido una cosa: si estais a menos de 1000 kilómetros, id!
A los Telecogresqueros del hoy les doy todo mi ánimo, les deseo la mejor suerte del mundo y les recuerdo que a 9000 kilómetros del Sot del Migdia habrá alguien maldiciendo a todos los que no supieron inventar la Puerta Mágica de Doraemon.
Cartelazo de la Telecogresca 2010.
Desde Buenos Aires en la Argentina canto más fuerte que nunca: «Esca, esca, esca, TELECOGRESCA!!!»