Tras nuestra renovada espiritualidad, este post es una conya interna entre Alex y yo, es posible que a algunos os venga uno poco grande pero senyores, este es nuestro blog y hacemos lo que queremos con él.
Durante nuestros días de viaje hemos conocido a mucha gente, pero ahora voy a relataros la historia de Miriam y Bee, una historia que empezó hace mucho tiempo…

Hace dos mil diez anyos aproximandamente el nacimiento de ambas fue anunciado por el arcángel Gabriel. A los pocos días fueron dadas a luz entre buey y asno, o sea, en el mismo Portal de Belén. Recibieron como el Cristo oro, incienso y mirra, y fueron ellas la estrella que guió a los Reyes Magos.
Pero su historia ya venía de hacía tiempo, pues su cuerpo fue engendrado gracias a la costilla de Adán. Fueron cambiadas por un plato de lentejas, y al poco tiempo estuvieron presentes en la apertura de las aguas del Nilo. En esa misma época estudiaron los mandamientos de Moisés directamente de las tablas de la ley, y caminaron durante cuarenta anyos por el desierto en busca de la Tierra Prometida.
Pero no nos desviemos de la historia, pocos anyos después de su nacimiento bebieron el vino de Canaán, y fueron dichosas al compartir los panes y los peces. No fue otra persona sino ellas las que indicaron a Simón Pedro dónde debía echar las redes para pescar centenares de peces. Y fueron la primera visión que tuvo Lázaro después de recuperar su vista.

Unos pocos anyos antes fueron bautizadas por el propio San Juan Bautista, y contrariamente a lo pensado no fue un médico sino ellas las que circuncidaron al Cristo.
Cuando la historia comenzaba a volverse en contra, no dudaron en estar presentes en la ÚItima Cena, y el mismo Jesucristo no tuvo reparos en lavarles los pies. Poco después, recibían ellas también el beso de Judas la noche de la traición y Simón Pedro negó su belleza hasta tres veces aquella aciaga noche.
Durante el griterío que clamaba por la muerte de Jesús, fueron ellas las que instigaron a que el defenestrado debía ser Barrrabás, y durante la ascensión al Gólgota no dudaron en prestarle a Él la Sábana Santa.
Íntimas amigas de María Magdalena, y companyeras de todas sus juergas, estuvieron presentes en los momentos de la crucifixión, y vieron con sus propios ojos como las nubes tapaban el sol en el momento de la defunción.

Pero lo que parecía el fin resultó ser el principio, pues fueron ellas las que separaron la piedra de la cueva para que el Mesías se proclamase eterno. Poco después, el incrédulo de Tomás necesitó tocarles los pechos para cerciorarse de su Belleza Eterna.
Y así estas dos Amigas de la Épica se convierton en historia Bíblica, y en todos los reductos cristianos conocedores de la verdadera historia evangélica se habló de ellas por los siglos de los siglos.
Amén.

















