Trasladamos nuestra oficina a Tartu, Estonia

Con esta frase, mezcla de flipada y surrealismo, anunciamos hace unos días al principal cliente de houser & houser que hasta septiembre no nos volveríamos a ver en vivo y en directo.  Pero la frase también es real, así que desde el lunes La Extraña Pareja se encuentra en el norte de los países bálticos, dispuestos a demostrar a propios y extraños que el nomadismo parcial puede ser una opción de vida muy interesante, y que los relatos épicos no dependen del lugar de origen sino de la filosofía de cada uno.

Restaurantes caros en la Plaza Mayor… ens ho podrem permitir?

Con la resaca producida por la reciente victoria de La Roja llegamos a nuestro nuevo hogar hace tres días, y como me suele pasar en la mayoría de sitios a los que viajo, ya me parece que lleve en esta pequeña ciudad toda la vida, y sino fuera porque este planeta es demasiado grande hasta me instalaba por aquí una temporada más larga. Pero bueno yo soy muy de amor a primera vista y luego si te he visto no me acuerdo, así que tampoco exageremos por el momento.

Nuestra calle en Tartu, en barrio residencial a 5 minutos del centro.

De momento la mayor parte del día lo pasamos en nuestra nueva casa, que podría calificarse como kitsch, eufemismo que Alaska se inventó hace unos años para evitar la palabra cutre. Por suerte nuestros periplos anteriores nos han hecho estar curados de espantos, así que el hecho de dormir con un colchón en el suelo, fregar en el mismo sitio que te lavas los dientes o tener la ducha dentro de la cocina nos ha afectado menos de lo esperado.

Optimización del espacio: mientras te duchas calientas el aceite.

En este palacio lo que hacemos es básicamente trabajar, que aunque muchos todavía no se lo crean estamos intentado levantar el país, y de hecho si queréis echar una mano os hacéis fans de esto o decís a vuestro jefe que contrate esto, a ver si entre todos conseguís que no comamos cada día noodles (tranquila mamá están sosos pero alimentan) y nos podamos permitir algún día una hamburguesa con patatas.

Por la noche (es un decir, porque aquí el sol no se acaba de ir nunca) ya tenemos localizada una ruta de bares bastante atractiva, considerando sobre todo que hemos estado un lunes y un martes. Hay confianza en el equipo que el fin de semana la cosa vaya en aumento, aunque no es bueno crearse expectativas. Por si acaso ya hemos contactado con cuatro couchsurfers que se han ofrecido a instruirnos en Tartu, así que tenemos plan asegurado hasta que llegue la juerga.

Emajõgi, el río de Tartu, tiene hasta playa.

Antes de despedirme, y sabiendo que al 90% de lectores de este blog lo único que les interesa es este último párrafo, por lo menos a juzgar por las preguntas que me habéis hecho llegar vía chat del Facebook («¿qué tal las cajeras del super?» , «Imagino que las amazonas del lugar espectaculares, ¿no?», «¿q tal los culos por Estonia?»), deciros que hemos visto ya varios ángeles dorados caminar a nuestra vera, aunque de momento nuestro único contacto haya sido puramente visual. El hecho de haber aprendido ya el vocabulario básico (tere – hola, aitá – gracias y alú – cereveza) espero que haga que en los próximos días podamos desarrollar el tema estrella un poco más.

Un abrazo a todos.

Guiado por la Épica

BSO: La Guía, del Puchero del Hortelano.

Once meses de viaje, once. A veces puede ser fácil perder el rumbo, desviarse por caminos equivocados, perderse tanto en sentido estricto como figurado. Es en esos momentos de duda, donde interviene la fuerza más poderosa del universo: la Épica.

Guillermo de Ockham, un filósofo inglés, decía que ante dos posibilidades siempre había que quedarse con la más sencilla. Esa simple teoría pasó a la historia con el curioso nombre de la Navaja de Ockham. Hoy, más de ocho siglos después, yo reformulo su teoría: el Machete de la Épica.

Ante dos posibilidades, siempre hay que quedarse con la más Épica. Ojo, esto no es una contradicción con el afamado filósofo, simplemente es una ampliación de su teoría.

Pero ¿cómo saber cual es la posibilidad correcta? ¿cómo saber si se va por buen camino? Muchas veces estas cuestiones tienen complicadas explicaciones, pero a veces, uno en su camino va encontrando pequeñas pistas que le hacen pensar que va por el camino correcto. Veamos algunas de ellas:

En Río de Janeiro, Brasil, recibieron nuestra llegada con unas llamativas pancartas.
En Buenos Aires, incluso decidieron poner carteles publicitarios. Les perdonamos que lo hicieran con faltas de ortografía.
En la llegada a Bolivia, hasta los periódicos españoles se hacían eco de nuestra llegada, enmascarándolo en los éxitos de la Roja.
Cuando llegué a los Andes, este fue mi recibimiento.
En Arequipa, Perú, prepararon un bar para recibir mi llegada.
En Bogotá, Colombia, una groupie incluso lucía orgullosa su camiseta para la fiesta de bienvenida.
Solamente leí en todo el periplo un ejemplar de la revista El Jueves. Decidieron, como no, hacerme un guiño en una de sus historietas.

En definitiva, siempre hay que ir con los ojos abiertos para poder ver donde se esconde la Épica. Pero si en algún momento me entran dudas, a partir de ahora, siempre podré…

... mirarme el culo.

Dar la chapa

BSO: Hoy no tiene relación con el post. Simplemente porque me gusta Manuela canta saetas, de Marea.

Imaginad la típica llamada telefónica de «vente a mi casa que cuento como me ha ido el viaje y te enseño las fotos«. Si esta es una incómoda situación para cualquiera, imaginad si hay que hacer algo parecido después de casi once meses de viaje.

Podría ser un auténtico infierno, una tortura inacabable de anécdotas e historias, narradas en el siempre cansino tono de las batallas Épicas. Dicho como lo diría yo, sería Dar la Chapa de una manera desconsiderada.

Dar la chapa es una expresión que se utiliza en este sentido, en cualquier situación que se haga pesada por sí misma. Así que ahora que estoy de vuelta, siendo muy consciente de que no quiero darle la chapa a la gente, y teniendo en cuenta mi nula capacidad consumista que me llevó a no traer de ultramar ni un mísero regalo o recuerdo, tomé una determinación.

Evitaré el sentido figurado de la frase que titula el post de hoy, para pasar al sentido literal. Así que amigos de la Épica: aquí tenéis la chapa del viaje de la Épica.

La chapa de la Épica.
Todas las chapas de la Épica.

Solamente teneis que pedírmela y os la daré con el mayor de los gustos y sin ningún tipo de coste. Así que a partir de ahora, vuestras solapas estarán decoradas de la misma manera que mi culo. Siempre podréis decir que pone Ética y que es en beneficio de alguna ONG de ayuda a Sudamérica.

Vivan las chapas Épicas!

Elegante pero informal.

Champagne Backpackers

Nombres completos: Paul Cazes y Adam Maschek

País: Francia y Hungría

Les conocí surcando los mares del sur, mientras comandaban sus respectivos barcos piratas. Haciendo honor a la conocida verdad «Todos los piratas se conocen», nos volvimos a reencontrar en Córdoba y continuamos hasta Buenos Aires.

Mochileros de alto standing, de los que viajan como hay que viajar. El bus para las ciudades, los trayectos largos se hacen en avión, en tres meses han agarrado más de 20… y lo que les queda en su vuelta al mundo de Mochileros de Champagne. Hay que decir que de Sao Paolo a Río fueron en bus, ¡válgame!

La buena onda también puede viajar en barco pirata o en avión, así que entrad a formar parte de los Amigos de la Épica!

Acordarse toda la vida

BSO: El tatuaje, de los Mojinos Escozíos.

Hay experiencias que a uno le marcan la vida. Este viaje ha sido una de ellas, no cabe duda. Así que me animé a recuperar una vieja idea que tuvimos ya con el amigo Casas. En su día quisimos hacernos un tatuaje para tener una marca única en nuestros cuerpos que nos sirviera como recuerdo para toda la vida.

Pasaron los meses y la vieja idea del tatuaje parecía caída en el olvido. Pero un día, paseando por el porteño barrio de San Telmo, me volví a topar con la tienda de tatuajes que la otra vez con Casas habíamos encontrado cerrada. Era una señal, iba a tatuarme.

Mucha gente me ha dicho, aquello de «de este viaje te acordarás toda la vida», pues bien, ahora le añado un motivo más. Me he tatuado cerca del culo un mapa de Sudamérica con la palabra Épica encima. Para hacerlo menos obvio he decidido usar la letra π (PI) en medio, así que la grafía queda más o menos así: Éπca. Me gusta.

Así que nada, junto con mi gran amiga coreana fui dispuesto a que metieran tinta en mi epidermis. Tenía miedo, no lo niego. Me he mordido los dedos del dolor, pero objetivamente, no ha sido para tanto.

Os dejo con una pequeña sesión fotográfica del evento:

Miedo, mucho miedo.
Primeros bocetos.
Comienza la faena.
Sigue la faena.
Dolor, mucho dolor.
La obra.
La artista.

Aviso que en este post no hay trampa ni cartón, el tatuaje es real, de esos que no se pueden borrar.

Nunca me había llamado la atención el mundo de los tatuajes, pero este era un buen motivo. Este viaje es para acordarse toda la vida. Y sino solamente tengo que mirarme el culo.